¿Es posible conciliar trabajo y familia? Pues depende, claro está. Si las condiciones económicas y familiares son buenas, será más fácil que con un sueldo precario. No es lo mismo llegar a casa y sentarse un rato con la familia mientras te preparan la cena que tener que hacer la compra de camino a casa, recoger a los hijos, preparar la cena, recoger la cocina…
Con todo, lo cierto es que en España la conciliación es una asignatura pendiente. El confinamiento y la situación de crisis sanitaria por el Covid-19 ha puesto sobre la mesa el teletrabajo como medida de ayuda. Yo me pregunto si el teletrabajo que plantean las empresas es el que sus empleados pueden realizar. Los empresarios reducen gastos de luz, agua,,, podrían reducir el espacio de sus oficinas. Por su parte los empleados reducen gasto y tiempo en transporte. Pero surgen otras cuestiones como el enfriamiento o pérdida de relaciones sociales, las distracciones en el hogar, la atención a otras personas que conviven en el domicilio, como hijos o mayores a cargo… ¿Se tarda lo mismo en realizar un trabajo en la oficina que en casa?
La libertad de elección es en este, como en otros casos, una buena forma de lograr la conciliación. En función del puesto de trabajo y las circunstancias personales y familiares de cada persona, empleadores y empleados podrían llegar a un acuerdo, a una solución. Sin embargo, a mi juicio, la conciliación va más allá del teletrabajo. Horarios escolares y laborales deberían estar en sintonía. Es prácticamente imposible que una misma persona lleve y recoja a los niños del colegio. En algunos casos los padres optan por turnarse: uno lleva y otro recoge; pero el que llega más tarde a casa, casi ni ve a sus hijos. En otros casos son los abuelos o empleadas del hogar los que recogen y atienden a los niños porque los padres no pueden. Y eso los pequeños porque, ¿Qué pasa con los adolescentes que van solos a casa y allí esperan a sus padres? ¿Es que no necesitan ayuda? ¿Y los mayores? Yo no quiero ir a un centro de día, ni a una residencia. Tampoco quiero que me cuide un extraño. Quiero a mi familia. Quiero sentirme arropada, cuidada, querida. Todo esto me hace pensar que hay que preservar el concepto de familia, fomentar el desarrollo personal y profesional en el marco de la familia, abandonar la idea individualista del éxito profesional y reforzar el sentido de pertenencia a un grupo, ya sea la familia, la comunidad escolar, el equipo de trabajo, el conjunto de la sociedad…
