Un excelente trabajo actoral, una historia extraordinaria, un guion sembrado de frases memorables y una acertada fotografía hacen de Adiós Señor Haffman una de las películas francesas más interesantes de los últimos meses. Un drama en tiempos de guerra protagonizado por el reputado Daniel Auteuil, junto a Gilles Lellouche y Sara Giraudeau, que en estos duros momentos en los que Europa se estremece ante el horror de la invasión rusa de Ucrania, nos hace comprender mejor las consecuencias psicológicas de un conflicto bélico.
Daniel Auteuil y Gilles Lellouche mantienen un magistral ten con ten a lo largo de todo el metraje de Adiós Señor Haffman y el espectador apenas se dará cuenta del reducido elenco de personajes que pueblan la historia. El tercer vértice del triángulo protagonista, encarnado por Sara Giraudeau (El brindis, Un héroe singular), no desmerece en absoluto. Incluso cuando no hay diálogo, la actriz traspasa la pantalla y se comunica con apabullante sinceridad sólo con la mirada. Por todo ello no puedo más que elogiar el trabajo del director, Fred Cavayé, que reconozco humildemente que me tiene desconcertada. Poco o nada queda de sus primeras películas. Del thriller policial (Cuenta atrás) a la comedia (Manual de un tacaño) y de la comedia al drama de guerra, su filmografía es extrañamente heterogénea. Toda ella es notable, hay que reconocerlo, pero hace difícil encuadrar a Cavayé en un estilo propio. Al margen de esta observación, y centrándome en la película que ahora estrena, basada en la obra de teatro de Jean-Philippe Daguerre, Adiós Señor Haffman es impresionante por su tono intimista, que adopta casi obligado por la ausencia de otros escenarios que la joyería, su sótano o la vivienda que hay en el primer piso, por el trabajo de los actores y también por el inesperado final, que logra cortar la respiración al espectador y dejarle con la boca abierta. No es de extrañar que el público francés haya acudido en masa a los cines, logrando que la película supere en taquilla incluso a blockbusters internacionales (recaudó 1,3 millones de euros en sus primeros siete días en cartelera).
La historia arranca a la luz del día. Un joyero judío, el señor Haffmann, da forma a un precioso broche. Su ayudante se encarga de añadirle el cierre. La materia prima escasea y cada vez es más difícil comprar gemas y piedras preciosas, pero el talento del artista compensa con creces la compleja situación económica que vive el pueblo francés ante la ocupación nazi y logra diseñar joyas únicas de una gran calidad que son apreciadas por sus clientes. La inquietud y el miedo se respira en el ambiente y el señor Haffmann, de origen judío a pesar de ser francés, no tarda en percibir el peligro que tanto su familia como él mismo corren. Rápidamente dispone la huida de sus seres más queridos con la esperanza de reunirse con ellos muy pronto y llega a un acuerdo con su empleado, François Mercier, un hombre corriente que sueña con formar una familia con la mujer que ama, Blanche. Ninguno de ellos imagina lo que les depara el destino.
A medida que avanza la película, la luz que iluminaba las primeras secuencias se torna penumbra y bajo las sombras que inundan hueco el sótano de la joyería, recordando a las pinturas de Caravaggio, se precipitan los acontecimientos. El miedo provocará una horrible metamorfosis y ésta, a su vez, provocará una consecuencia tan terrible como milagrosa. Nada más diré al respecto para preservar la experiencia del espectador.

Adiós Señor Haffman es, en definitiva, un drama de guerra intimista contado a ritmo de thriller que hace mirar la guerra y la vida con otros ojos. Su extensa introducción, acelerado nudo e imprevisible desenlace conforman una historia sobre la vida misma. Como dice el comandante alemán (Nikolai Kinski) en un momento crucial de la película: la suerte, como la guerra, no es eterna.
Adiós Señor Haffman se estrenará en cines este próximo viernes 25 de marzo de 2022 de la mano de Vértigo Films.