Es uno de los directores franceses más respetados del panorama cinematográfico contemporáneo y uno de los pocos que ha logrado un estilo absolutamente propio a pesar de beber de diversas fuentes. Su cine es sobrio pero intenso, frío y cálido a la vez, profundo y cargado de sentido. Una compleja fusión de conocimiento, experiencia y creatividad que plasma en películas memorables como De óxido y hueso, De latir mi corazón se ha parado y Un profeta.
Mañana, viernes 8 de abril, se estrena en cines su nueva película París, Distrito 13. Gracias a Avalon Distribución os ofrezco esta interesante entrevista en la que nos cuenta todos los detalles del guion, la estética, el casting y cómo surgió la idea.
¿Por qué elegiste Olympiades como título francés de la película?
Olympiades es un barrio de rascacielos en el centro del distrito 13 de París, entre la rue de Tolbiac y la Avenue d’Ivry. Este barrio surgió por un programa de rehabilitación que tuvo lugar en los años 70, de ahí que su homogeneidad arquitectónica sea muy visible. Como tributo a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1968 en Grenoble, cada torre lleva el nombre de una ciudad que ha acogido los Juegos Olímpicos: Sapporo, México, Atenas, Helsinki, Tokio… y las calles llevan el nombre de los deportes olímpicos: rue du Javelot [calle de la Jabalina], rue du Disque [calle del Disco]. Olympiades es un barrio muy original, exótico y animado con una impresionante mezcla social y cultural. Allí viven los personajes de la película y allí se cruzan sus caminos. El término “Olympiades” también es una referencia a las hazañas atléticas, y si piensas en términos lujuriosos, también puede referirse a los logros sexuales de los personajes.
El guion es una adaptación de tres relatos del escritor estadounidense de novelas gráficas Adrian Tomine. ¿Qué te gustó de su universo y cómo elegiste las historias que ibas a adaptar?
Las narrativas de Tomine son concisas, pegadas a la realidad, con personajes perdidos y en busca de algo que no saben cómo definir. Me gustaron todos esos aspectos. Además, sus dibujos son muy sencillos e impactantes, no distraen de la narrativa y parecen hechos para el cine, casi como un storyboard. Además, en la línea de Eric Rohmer, Adrian Tomine también es un moralista: al final de esos relatos, sus personajes parecen haber aprendido algo sobre la vida y sobre sí mismos.
¿Cómo se te ocurrió la idea de la película? ¿Qué te sucedió para que un día te despertaras y dijeras: “Hoy voy a adaptar tres relatos de Tomine”?
Cada vez tengo más la impresión de que la expresión “buscar un buen tema” no tiene mucho sentido y que “buscar un tema” es probablemente la forma más segura de no encontrarlo nunca o, en el mejor de los casos, de encontrar un tema malo. No buscas un tema, pero piensas en formas y patrones, en cosas en general, compuestas por luces, ritmos, colores, sonidos, tipos de personajes y temáticas. Por ejemplo, después de hacer Los Hermanos Sisters, empecé a pensar de forma natural en algo totalmente opuesto, una historia urbana, con personajes de la ciudad y un perímetro limitado (el distrito 13 de París) sin color y con poca acción. Y un día, un amigo me habló de la obra de Adrian Tomine, con la que no estaba familiarizado. La leí y todas esas cosas que rondaban por mi cabeza empezaron a cristalizar y poco a poco todo se convirtió en París, Distrito 13.

Por encima de todo, París, Distrito 13 es una película sobre la juventud.
Es cierto que son jóvenes pero ya no son adolescentes. Los cuatro protagonistas son adultos jóvenes que ya tienen cierta experiencia de vida y que van a encontrarse y amarse. Todos tienen vida social; no son ermitaños. Tres de ellos están en la treintena y ya han tenido dificultades para encontrar una vivienda o un trabajo, están atravesando crisis profesionales y son incapaces de definir su sexualidad y menos aún de tener una relación. Cambian su estilo de vida cuando acaban de ser autosuficientes. Están en ese punto, como las almas perdidas de los relatos de Adrian Tomine. El personaje de Camille (Makita Samba) es una joven profesora de instituto, que ya está desilusionada con el sistema escolar. Nora (Noémie Merlant) ha venido a París para volver a estudiar después de un pasado familiar doloroso. Después de pasar muchos años estudiando en la universidad, Emilie (Lucie Zhang) ha elegido, al parecer deliberadamente, mantenerse a flote con trabajos precarios. Amber Sweet (Jehnny Beth) es una ‘cam girl’ (una chica que se desnuda frente a una webcam mientras la observan extraños por Internet) que pasa por primera vez al otro lado de la pantalla. De hecho, todos los personajes se enfrentan a la desilusión, pero en el buen sentido de la palabra porque se engañaban a sí mismos. Las experiencias que van a vivir les abrirán los ojos a quiénes son en realidad, a lo que quieren y a quién aman de verdad.
La película, que está muy pegada a la realidad actual es decir a 2020, se rodó en blanco y negro, lo que va contra la lógico pero le da un aspecto intemporal.
Ya he rodado bastante en París y me parece que no es una ciudad fácil de filmar: se parece demasiado a un museo, es demasiado haussmanniana; no hay suficientes perspectivas ni líneas… Elegir el distrito 13 y rodar en blanco y negro me permitió conseguir algo más gráfico, algo que no coincide con lo que esperas de París. Filmamos esta ciudad europea casi como si fuera una metrópoli asiática. Se podría decir que París, Distrito 13 es en cierto sentido una “película de época contemporánea”. Y también está la referencia visual a Manhattan de Woody Allen.
Hay un solo momento que se filma en color, y resulta ser muy simbólico.
Sí, es cuando Amber Sweet, la cam girl, aterriza en la historia e introduce la pornografía. Solo puedes ver a Amber, en la pantalla del ordenador o del teléfono. Ella vive lejos de París pero de hecho, es el personaje más influyente de la historia. Pone la vida de Nora patas arriba y, a través de un efecto dominó, ella también acaba cambiando las vidas de Camille y Emilie.
Hablemos de los personajes, empezando por la pareja Emilie/Camille, cuya historia se cuenta en la primera parte de la película.
Emilie, una joven franco-china, se debate entre las expectativas que su familia ha depositado en ella y su libertad de mujer joven. Acaba de graduarse de la prestigiosa Escuela de Ciencias Políticas (Sciences Po), pero ha decidido ganarse la vida con trabajos poco cualificados (operadora en un call center, camarera). Es muy inteligente pero pierde mucho tiempo luchando contra las expectativas de su familia y se muestra arrogante con ellos. Camille es más normal. Vemos más a su familia. Conocemos a su hermana, que intenta trabajar como monologuista. Son una familia que ha vivido dentro del sistema de la educación pública. Podemos imaginarnos fácilmente a su madre como profesora de inglés o español y a su padre como profesor de matemáticas. Camille enseña literatura y está atravesando una crisis profesional. En su relación con los demás, resulta encantadora pero también es insoportable. Es ingeniosa y lo sabe y le gusta escucharse. Le interesan las mujeres, su vida amorosa y su libertad. Pero al perseguir ciegamente esos intereses, termina cayendo en su propia trampa.
Háblanos de Nora y Amber, la otra “pareja” de la película.
Nora tiene 33 años. Ha huido de la vida provinciana y de su profesión de agente inmobiliaria para volver a estudiar en la Universidad Paris-Tolbiac. Es una mujer que no sabe que es hermosa e inteligente. Cree que es aburrida, pero lo que le ocurre es que no está a gusto consigo misma. Conocer a Camille la apaciguará momentáneamente, pero es su encuentro con Amber Sweet lo que va a dar un cambio radical a su vida. Amber, que es directa, valiente y conoce la vida, le enseñará lo que significa la libertad de todas las formas posibles. Va a cambiar profundamente a Nora.
Cuéntanos cómo elegiste a los actores y tu trabajo con ellos.
Christel Baras, la directora de casting, fue fundamental en la elección de los actores. Encontrar a Lucie, Makita, Noémie y Jehnny es mérito suyo.
Como cada miembro del reparto tenía un nivel de experiencia diferente, trabajamos mucho en la preproducción: por supuesto en los ensayos, pero también en sesiones concretas de trabajo físico y de movimientos para afrontar las escenas de “sexo” con la mayor serenidad posible.
Tres días antes de que empezara el rodaje de la película, repasamos todo el guion de principio a fin en un teatro de París. Fue una oportunidad para que los actores se conocieran, se vieran en sus papeles y tuvieran una idea de lo que funcionaba y de lo que no, y también de crear un ambiente de confianza. Además, como habíamos dedicado tanto tiempo a ensayar, estábamos seguros de que el rodaje sería rápido lo que limitaría nuestra exposición al Covid.
Una de las principales referencias de la película es Mi noche con Maud (1969). ¿Por qué esa película es tan importante para ti?
Al comienzo de mi vida de joven aficionado al cine, vi Mi noche con Maud. La película me impresionó tanto que, cuando hice mi primera película, Mira a los hombres caer en 1994, le pedí a Jean-Louis Trintignant que fuera el protagonista.
En Mi noche con Maud dos hombres y una mujer, pero sobre todo un hombre y una mujer se pasan toda la noche hablando. Hablan de todo: de ellos mismos, de Dios, de Blaise Pascal, de la nieve, de la vida provinciana, de las chicas católicas, etc. Al final, las señales de una atracción mutua han quedado al descubierto, y aunque deberían caer en brazos el uno del otro y amarse, no lo hacen. ¿Por qué? Porque todo está dicho y la seducción, el erotismo y el amor se han canalizado solamente a través de las palabras. Darle una continuación habría sido superfluo.
¿Cómo se desarrollaría esta situación hoy en día cuando ocurre todo lo contrario? ¿Qué sucede realmente en nuestra era del Tinder y de “acostarse en la primera cita”? ¿Puede producirse un discurso amoroso en esas condiciones?
Sí, por supuesto, no tiene por qué haber ninguna duda. Pero, ¿en qué momento entra en juego este discurso? ¿Cuáles son las palabras y los protocolos?Ese es uno de los principales hilos narrativos de París, Distrito 13.